Cuando estalló el caso Bárcenas la oposición no fue capaz de ponerse de acuerdo para presentar una moción de censura al gobierno de Rajoy. Hoy esa oposición es mayoría en el Congreso y no es capaz de ponerse de acuerdo para que cese el infame gobierno de Rajoy. España podría haber tenido un gobierno dos meses después del 20D sin el PP, si la oposición hubiera centrado sus conversaciones en objetivos básicos compartidos de reconstrucción de lo destruido en los últimos cuatro años de contrarreformas (más bien de revolución neoliberal).
Cuatro años de gobierno de una organización criminal contra los intereses de la ciudadanía: no se puede llamar de otra manera a una organización que tiene construido un entramado de corrupción para la financiación de sus actividades. Cuatro años de retroceso en cuanto a derechos políticos, económicos, sociales y ambientales. Cuatro años de ataque mediante privatizaciones y recortes, que han llevado a un alarmante deterioro de los servicios públicos y nos han alejado de la urgente transición energética.
Vivimos circunstancias críticas y no se puede entender la lección de irresponsabilidad que nos están brindando los partidos llamados a entenderse, consensuando un programa compartido resultante de la composición de fuerzas salida de la urnas. Muchos somos los que no podemos entender que estén dispuestos a llevarnos a nuevas elecciones que le darán una oportunidad a Rajoy de lograr mejores condiciones para perpetuarse en el gobierno. Ya nos decepcionó el partido que lideraba la oposición. ¿Nos podemos permitir sumar a esa decepción la de las nuevas fuerzas llamadas a renovar la política? Hasta ahora así está siendo y parece que así va a ser. NO nos lo podemos permitir
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