
Recogiendo y ordenando mi despacho me encontré tres tesoros que me llevé a casa. El ejemplar manuscrito que me regalaste de tu libro Biografía del Patio Mediterráneo y dos mapas. El mapa que hicisteis sobre los conflictos urbanos de Sevilla para la Cumbre Antiglobalización paralela a la cumbre Europea que se celebró en Sevilla en 2002. Recuerdo como nos deslumbraste cuando lo presentaste en el Seminario La ciudad que tenemos, la Sevilla que Queremos. Usaste categorías propuestas por el subcomandante Marcos para hacer visible lo que ni los poderes ni la buena sociedad Sevilla quiere que se vea. Un mapa de fondo negro dónde dominaban con fuerza el amarillo y el rojo.
El otro segundo mapa es el de Fadait, que hiciste con Pablo de Soto y otros compañeros y compañeras. Pablo ha sido el alumno más brillante que nunca he tenido. Contigo encajó como anillo al dedo en Hackitectura. El mapa, en amarillo sobre fondo negro, dibuja el Estrecho con la costa marroquí al Norte y Tarifa al Sur, ambas orillas conectadas por los hacktivistas. Mientras vosotros hackeabais la frontera yo estaba en Larache con mis estudiantes de dibujo haciendo el levantamiento y análisis del barrio de Jnane Aztout. Como sabes, fue el comienzo del proyecto de transformación del barrio. Muchas y muchos de los estudiantes que vinieron a Larache conmigo también participaron en Fadait y estaban el martes en la sala y me dio una enorme alegría verlos.

La noche que traje a casa esos tesoros, yo que rara vez recuerdo mis sueños, soñé que estábamos en tu casa charlando plácidamente, pocos días antes de tu muerte, que no sabíamos que ocurriría tan de repente. Y me desperté con una sonrisa, tu sonrisa, y fue esa mañana cuando sentí la necesidad de escribirte la carta.

El martes, en el homenaje de presentación de tu libro, rodeado de tantos amigos y amigas comunes, tantas ex alumnas y ex alumnos comunes, con tu madre y tu hermana en la sala, hubiera sido el momento de compartir esta anécdota. También de rememorar cómo nuestros caminos, paralelos, se fueron entrecruzando y de este modo fueron cocinando, a fuego lento, nuestra amistad. Amistad que alcanzó su plenitud en estos últimos años de tu vida, acompañándote como tantas y tantos otros amigos y amigas, a los que nos regalaste y dedicaste la Biografía del Patio. ¡Que hermosa edición por parte de Recolectores Urbanos, de la mano de Ferrán Ventura, con la colaboración inestimable de tu hermana María, Rocío, Salas Mendoza y Sergio Rodríguez! ¡Qué gran regalo nos habéis hecho con esta edición!
Estoy disfrutando de su lectura cada día justo antes de apagar la luz de la mesita de noche y no dejo de asombrarme de cómo lo concebiste y escribiste, siendo tan joven. Leyendo se me hizo una luz sobre la primera anécdota que de ti recuerdo, antes de conocernos. Después de asistir, aterrorizado, a las clases, por así llamarlas, del Tirano Toledo, catedrático de Procedimientos de Expresión, alguien contó que en una de aquellas sesiones críticas un día llevaste unos apuntes que habías hecho en Roma. Toledo te denigró públicamente por mentiroso, para su vergüenza, y te recriminó por haberlos dibujado basados en fotografías. Dicho sea de paso, todo el mundo sabe que jamás ningún estudiante de esa asignatura, menos los del Hernando Colón, como era mi caso entonces, usaba la fotografía como ayuda para hacer los apuntes. Toledo no alcanzaba a comprender que un estudiante de dieciocho años se hubiera ido a Roma el fin de semana para aprender arquitectura, y a dibujar arquitectura, como hicieron los arquitectos del Renacimiento.
Tu entraste en la Escuela dos años antes que yo y no supe quién eras hasta que tomaste la palabra en una asamblea, en el año 1984, en la que discutíamos el proyecto de Estatutos de la Universidad. Si no recuerdo mal, eras delegado o subdelegado de la Escuela entonces y tu intervención influyó en el ánimo de todos. Compartimos contigo la necesidad de hacer una huelga general y ocupar el Salón de Actos convirtiéndolo en Asamblea Permanente. Y allí vivimos y discutimos día noche, entre manifestación y manifestación, cada vez más multitudinarias. Finalmente ganamos, y logramos que los estatutos fueran modificados para garantizar una representación en el Claustro Universitario, de un tercio de estudiantes. Cuando uno en la vida no ha parado de luchar y son muchísimas más las derrotas que las victorias, está bien rememorar estas.
Ya como estudiantes compartimos la necesidad de hacer lo posible por cambiar la escuela y con ese anhelo volvimos a encontrarnos como profesores del Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica. Yo entré como profesor en diciembre de 1990 y desde que asistí a la primera reunión de profesores de Procedimientos de Expresión Gráfica tomé la decisión de que mis esfuerzos debían empezar por cambiar esta asignatura. Y lo intenté de dos modos. Uno, participando activamente en las reuniones autogestionadas de los dieciocho, luego veintiún, profesores que la impartíamos, aprovechando la oportunidad que nos brindó José Antonio Ruiz Rosa, entonces director del Departamento, de vernos libres de Toledo, al que expedientó y apartó de la escuela. Rehicimos colectivamente el programa, algo que también merece recordarse.
La segunda vía fue a través de mi formación como investigador. En 1992 me llegó noticia de un programa de doctorado que se llamaba Investigación Sobre la Enseñanza en la Universidad, impartido por el Departamento de Didáctica, Organización Escolar y Metodologías de Investigación Educativa. Parecía hecho para mi propósito aunque no me fue fácil entrar. En primera instancia rechazaron mi solicitud por ser arquitecto. En mi recurso, les convencí diciendo que quién iba a poder hacer mejor una investigación sobre como cambiar la enseñanza en Arquitectura que un profesor de arquitectura. Para desarrollar mi trabajo promoví la creación de un grupo de innovación educativa, formado por compañeros cercanos y estudiantes.
Íbamos introduciendo cambios lentamente en nuestra enseñanza, que empezó reproduciendo lo que hacían nuestros profesores cuando éramos estudiantes. Empezamos llevando a nuestros estudiantes a dibujar pilastras de la Plaza de América y los patios de la Fábrica de Tabacos. Por cierto, ¡todavía hay un compañero, que pronto será catedrático, que sigue haciendo eso y no tienen reparo en presentar los dibujos de sus estudiantes como experiencia de innovación educativa! Cuando entrasteis en el Departamento Antonio Sáseta y tú, yo a lo más que había llegado es a cambiar el qué se dibuja y cómo se dibuja.
Nos íbamos a dibujar los barrios de Sevilla y lo hacíamos con apuntes rápidos, nada de esos relamidos apuntes que hacíamos de estudiantes y que nos llevaban más de veinte horas de trabajo agotador. Tenía claro que en la era digital el dibujo a lápiz tenía que ser rápido, expresivo, para ayudar en interacción con la mente a dar forma a las ideas.
En 1994/95 Pablo fue alumno mío en Procedimientos de Expresión. Llevaba un buen curso pero después de Semana Santa no volvió. Lo hizo después de Feria y se presentó con un cuaderno de dibujos de Gijón en el que explotó su expresividad. Al año siguiente me presentó sus apuntes, análisis y dibujos de ideación del barrio de San Bernardo, en pleno proceso de gentrificación, pegados en un rollo de papel continuo listos para llevar al barrio para presentarlos a los vecinos con los que colaborábamos.
Vuestra irrupción en el área de expresión gráfica no pudo ser más disruptiva. Antonio y tu tirasteis por la calle de en medio desde el primer día poniéndolo todo patas arriba. No solo anunciando a vuestros estudiantes el primer día de clase que estaban todos aprobados, como recordó Antonio el martes. No solo provocando al director del Departamento, Alfonso Jiménez, tomando la palabra en los consejos de Departamento para incitar a los estudiantes a hacer una quema simbólica de los rotrings. Me fascinó ver cómo organizabais performance con vuestros alumnos en el Hall y en el Patio de la Escuela.
Vosotros entrasteis actuando radicalmente desde el primer día. Yo he tardado muchos años en integrar la performance. Tuvo que llegar la Declaración de Emergencia Climática por parte de la Universidad de Sevilla, de la que nadie tuvo noticia, para animar a mis alumnos a usar este medio

Por cierto, no podía faltar en tu homenaje una performance del Habitante del Afuera, antiguo alumno y amigo que un día me recordó que es arquitecto por mi culpa. Le acompañó Ramón Salido, también alumno de ambos. Ambos lo apoyamos durante años en su lucha para intentar que la Universidad hiciera una adaptación curricular a estudiantes con problemas de salud mental como el suyo. Ahora al menos existe un protocolo para ello en el SACU.
¡Qué bien hicisteis cambiando de Departamento! Floreciste como profesor en Teoría y Composición, tu lugar natural. Recordando vuestra manera libre e irreverente de actuar en un contexto tan rígido y academicista como el de Expresión Gráfica Arquitectónica, no dejo de asombrarme. A pesar de todo, aquella universidad, que seguía en gran parte siendo medieval, era más libre, más capaz de aceptar e integrar a profesores como vosotros o como yo mismo, que la Excelente Universidad que hoy tenemos, la muy corporativa, muy hiperburocrática, muy hipercompetitiva que ejerce una enorme presión hiperadaptativa a quiénes quieren entrar en ella y hacer carrera.
Hoy probablemente ninguno de los tres, Antonio, tu y yo, habríamos tenido la más mínima oportunidad de entrar en la Escuela. Y desde luego, con un contrato de Profesor Sustituto Interino, si por azar lo hubiéramos conseguido, al año siguiente hubiéramos estado en la calle. Desde luego ni tu te hubieras podido permitir el lujo de escribir la Biografía del Patio Mediterráneo ni yo de hacer mi tesis. Hoy para sobrevivir en la escuela tendríamos que olvidarnos de poner a las estudiantes en el centro de nuestro trabajo para poder dedicarnos a escribir artículos en revistas tecnológicas y publicarlos como churros. Churros con sello de excelencia avalado por el capitalismo universitario.
¡Qué decir de las dificultades que están encontrando José Lahoué o Marta Donadei! Si alguien puede mantener tu línea de trabajo en la escuela es José y lo mismo, respecto a la mía, se puede decir de Marta, a la que como sabes, están machacando en mi departamento. En el último concurso al que se ha presentado, siguen tirando sus publicaciones a la basura por considerar, contra la propia normativa de la universidad, que no son afines al área de conocimiento de Expresión Gráfica, a pesar de que nuestro grupo de investigación está adscrito al área y a pesar de que todo lo que hacemos se integra en nuestras clases.
Hay una razón de tipo epistemológico que se puede expresar de forma sencilla con las palabras de nuestro director de Departamento. Somos raritos.
Bueno Jose, te dejo por hoy, tengo que ponerme a trabajar en las Jornadas de Sevilla en Transición: La ecometrópolis que queremos. !Como te vamos a echar en falta en ellas! ¡Te sigo contando otro día!
Un abrazo
Esteban
Comentarios
Añadir comentario